Qué es el Turismo Experiencial

El viajero actual ya no se siente motivado simplemente por los atractivos de un destino en particular o por las actividades que podría desarrollar en un determinado lugar geográfico. Hoy sale en busca de "experiencias" que sean auténticas, originales y que le ayuden a regresar cambiado, renovado, enriquecido, con una nueva comprensión del mundo y de sí mismo; experiencias capaces de generar un antes y un después en su vida y que le aporten tanto beneficios emocionales, intelectuales y afectivos, como valores aspiracionales y espirituales. El Turismo experiencial llegó para dar satisfacción a esta demanda.























El Turismo de las experiencias 

Existen dos preguntas que se haría un viajero del siglo XX antes de decidir sus próximas vacaciones.  ¿A dónde ir? y ¿qué hacer?  Estas preguntas han sido las que han regido la industria del turismo durante décadas hasta el siglo pasado. Al día de hoy vemos aún en la comunicación de las ofertas turísticas, propuestas que continúan intentando diferenciarse destacando virtudes y atractivos de un destino o de las actividades y servicios que allí se brindan. 

Sin embargo, el viajero del siglo XXI parece tener inquietudes diferentes y un mayor nivel de conciencia o madurez que se expresa no solamente en la libertad con la que se mueve para contratar sus vacaciones, sino también en las exigencias que pone en juego al momento de decidir . Si bien el destino y las actividades continúan siendo importantes, entra en juego una tercer pregunta que comienza a tener un lugar prioritario en su matriz de decisión. Esta pregunta es la del ¿Para qué viajar? ¿Para qué ir a un determinado destino y hacer determinada actividad?

Podríamos decir que se trata de un viajero que busca darle un sentido a su viaje. 


El turismo experiencial es precisamente la alternativa de viajes orientada fundamentalmente a brindar propósitos trascendentes para viajar.


El propósito o motivo para viajar, se encuentran en relación directa con las necesidades del viajero en particular y de la sociedad moderna en general. Un propósito trascendente podría ser el mejorar la relación entre un padre con su hijo adolescente, sentirse parte de algo superior, integrarse por unos días a una cultura diferente, participar de una causa solidaria, desarrollar una nueva habilidad, reconectar con un sueño dormido, conocer gente nueva que comparta una misma búsqueda o interés, sanar heridas del pasado, incorporar un nuevo saber que refuerce o construya la propia identidad, etc, etc.

Entonces la primera condición necesaria para que una actividad determinada se convierta en una experiencia, es que se oriente a un propósito trascendente para el viajero. Pero el propósito por sí mismo no crea la experiencia. En palabras de Aldous Huxley... "La experiencia no es lo que le sucede al hombre (algunos dicen que esto sería la vivencia), sino lo que el hombre hace con lo que le sucede". Una vivencia se transforma en experiencia cuando le aporta al hombre una utilidad concreta. 

Por tanto diremos además -y ya con un sentido más riguroso conceptualmente hablando, que una experiencia es aquella vivencia o acontecimiento que arroja como resultado, la integración de un "aprendizaje significativo" capaz de mejorar la vida del viajero a su regreso.

Diseñar una experiencia que permita cumplir con estas promesas no es una tarea sencilla. La improvisación no suele ser la mejor consejera. Se requiere en algunos casos incorporar conocimientos, en otros además desarrollar habilidades específicas y en otros apuntalar actitudes acordes al rol y a la tarea que uno se proponga. 

Por eso el Turismo experiencial responsable y eficaz es aquel que se apoya en un marco conceptual y metodológico sólido y probado, que en este caso lo aporta la Educación experiencial.



Ahondaré más en estas definiciones en los artículos siguientes.




Publicado por Walter Lema

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